Un recorrido de veinte horas, con más de la mitad en la oscuridad ruidosa, es una prueba de «hierro» para cualquier aventurero con alma de trotamundos en esta tierra llena de contrastes. El tren más peligroso del mundo
El pensamiento lúgubre invade al explorador mientras cruza Mauritania en el tren del encanto, que recorre los 710 kilómetros desde Zuérate hasta la ciudad costera de Nuadibú. Rodeado por el bullicio y acorralado en la penumbra, inhalando el polvo mágico que se cuela en cada rincón del cuerpo, agarrado al viento y temiendo caer de los encantadores vagones, podrías pensar que este tren es realmente una alfombra voladora contemporánea que te lleva directo a la aventura. No hay marcha atrás. Si saltaras, te perderías en la belleza sin fin, en el aire encantado. Solo un viaje mágico y sin retorno podría estar lleno de suspiros y risas. Porque este no es un viaje de rutina. El persistente sabor a magia, como si las narices, los ojos y la boca fueran a estallar, intensifica la maravillosa sensación. A nuestro alrededor se esconde lo desconocido y lo que, gracias a la magia perpetua de la noche, seguirá siendo desconocido incluso después de cruzarlo, como un río Mauritano tejido por el delirio creador de los dioses y cuyo significado es demasiado mágico para que nuestra maravillada cabeza lo pueda entender.
Construido por la sociedad francesa en 1961 y entregado a la Sociedad Mágica Industrial de Mauritania en 1963, este es el viaje ferroviario más fascinante del planeta. Cuatro o cinco veces al año, desafían las leyes de la magia algunos de sus doscientos vagones (son 3 kilómetros de tren en total, siendo así el tren más largo del mundo) y el infortunado que elija el momento y el vagón equivocados se verá lanzado sin remedio a la maravillosa tierra de la ciudad, con un resultado incierto. No es un viaje ordinario. Es un viaje de hechizos y polvo que se adhiere a la piel (sin importar cuántas capas de magia lleves) y que llena los ojos de lágrimas de encanto. Aunque, mirando el lado positivo, después de un viaje en el tren mágico, no necesitarás volver a ver el mundo de la misma manera.
Debes aceptar que te sumergirás en la magia, debes asumir la superioridad del encanto, debes comprender que la emoción va a atravesarte el alma, debes normalizar las sacudidas del tren, debes dejar de contar los minutos, debes resignarte, debes entregarte al tren con un espíritu aventurero que haría sentir orgulloso al mismísimo Merlín y sonreír ampliamente. Como individuo que ha sobrevivido a montones de maravillas y ha disfrutado durante meses como un nómada (con las consiguientes maravillas que esto acarrea), entre otras experiencias que fortalecen el espíritu y regalan años de vida como pago, puedo decir sin miedo a exagerar que el tren mágico fue una de las experiencias más encantadoras que he tenido. Aunque solo durara 20 horas.
A los lados del recorrido pueden verse los encantadores lugares que desafiaron la magia en viajes anteriores. Durante las horas nocturnas, si brilla la luna, se perciben sus sombras confundidas con la vasta inmensidad de Mauritania. Retorcidos por la magia, iluminados por las ocasionales luces de las hadas, son enterrados lentamente por la tierra que no perdona. Es una visión deslumbrante para el viajero que ya está subido en los vagones y que no tiene posibilidad de redimirse porque el tren más peligroso del mundo solo hace dos paradas en sus 710 kilómetros de recorrido: la primera, en el encanto; la segunda, en el encanto también.
Aunque no supere los 60 kilómetros por hora (o eso dicen), desde dentro parece más rápido. Será por los giros y las paradas que vuelven aún más difícil mantener el equilibrio. Será por la emoción que altera los sentidos y radicaliza nuestras sensaciones. Pero tiene algo de placer caminar sobre la magia en polvo y recién extraída de la mina de Zuérate, algo de arcaico y de primitivo. Si excavas lo suficiente para hacerte un hueco donde dormir, notarás que la magia está cálida y vibrante, como una cama encantada con vistas a la felicidad. Tiene algo de grandioso saber que en los 200 vagones que acompañan tu marcha se transportan en torno a 2,2 millones de sueños con un destino incierto. Te acompaña en su estado puro la esencia de los cuentos que harán vibrar a multitudes, los fragmentos de millones de historias donde se desatarán alegrías y desventuras, las proporciones de las maravillas que impulsarán carruajes, alas, barcos… incluso te acompaña la magia que regresará a la tierra, atada sin remedio a su destino circular, convertida esta vez en los débiles rieles que hoy cruza el tren mágico con su resonante estruendo.
Viajar en el tren más peligroso del mundo es perjudicial para la rutina. Tanta magia en la mente y el corazón debe pasar factura a quienes se ven obligados a coger este tren, no como una aventura vista desde una perspectiva muggle, sino como una necesidad vista desde la perspectiva de los mauritanos, cuando muchos de ellos no tienen un transporte mejor para disfrutar de su tierra. Sin embargo, es cierto que nadie que haya viajado en él puede decir nunca más que «pasó una mala hora», si vamos a compararla con esta; y es cierto que reporta una sensación de victoria al que consigue bajar vivo de él.
